CUANDO LA LUZ NO LLEGA.
RÍO GRANDE, 17 julio del 2025. -Alertas desoídas, millones sin rendir y una institución que debería ser el ejemplo del trabajo conjunto. Pero en Río Grande, la Cooperativa Eléctrica se alejó del ideal cooperativo que inspiró su nacimiento. Quienes esperaban transparencia, hoy enfrentan cortes, aumentos y silencio. Quienes confiaron, hoy dudan. Sin embargo, también hay quienes no se resignan.
El modelo cooperativo no está en discusión. La respuesta siempre será sí. Sí a la participación, sí al control social, sí a una energía pensada como derecho. Pero lo que sí debe ser revisado es el modo en que se administra lo común. Porque no puede haber comunidad donde hay opacidad, ni gestión legítima donde se niega la información.
En la historia de Rìo Grande muchas decisiones se tomaron bajo un criterio de emergencia: se intentaba sostener el servicio, garantizar la asistencia, salvar lo que se pudiera salvar. El contexto era complejo, y desde el municipio (hace ya casi 8 años), se priorizó la continuidad del suministro, aun ante signos evidentes de desorden administrativo por parte de la cooperativa y avisadas desde el Municipio. En ese momento, se solicitaron prórrogas, se pidieron justificativos y se actuó creyendo que se podría enmendar el rumbo. Pero los meses pasaban, el acompañamiento desde el ámbito provincial era escaso, y el tiempo fue dejando lugar al desinterés.
Algunos intentaron seguir reclamando. Otros, simplemente siguieron de largo. Y la cooperativa quedó en manos de quienes decidieron mirar para otro lado.
Pero los datos hablan por sí solos: una deuda acumulada con CAMMESA que supera los 1.000 millones de pesos, facturación sin control, y contratos con empresas que no figuran en registros oficiales. La denuncia presentada en junio de 2025 ante el Juzgado Federal detalla pagos sin respaldo contable, adjudicaciones sin licitación y convenios firmados por fuera de la voluntad de los asociados. Incluso se menciona una firma, CryptoPatagonia, que acumuló una deuda superior a los 90 millones de pesos sin que se le suspendiera el suministro, mientras cientos de vecinos enfrentaban cortes por mora.
Vecinas y vecinos de esta ciudad han sostenido esta institución con esfuerzo y esperanza. Muchos han confiado sin exigir. Otros han reclamado sin respuesta. Hoy, con documentos en la mano y una denuncia penal en marcha, se abre una nueva etapa: la de sanar lo dañado, sin destruir lo construido.
La Justicia investiga. El INAES fue notificado. Las autoridades locales deberán dar explicaciones. Pero también es momento de recuperar algo más profundo: el sentido de una cooperativa que sepa escuchar, rendir cuentas y corregir errores.
La energía no es mercancía. Es vínculo, es servicio, es derecho. Y quienes la administran, deben hacerlo con ética y responsabilidad.
Hoy, más que nunca, cooperativa sí. Pero con reglas claras, control efectivo y participación real. Porque el futuro de Río Grande también se mide en luz. Y no hay luz sin verdad.