Tolhuin, 22 de julio de 2025 – El Municipio anunció con entusiasmo la reapertura de las termas. Pero detrás de las cámaras y los micrófonos amigos, la pregunta es inevitable: ¿quiénes van a disfrutar realmente de ese “regreso tan esperado”? Porque no es el pueblo.
Lo que el intendente Daniel Harrington y su gabinete no explican es que la reapertura no es para todos. No hay turnos abiertos ni información pública clara. Todo está en manos de acuerdos oscuros con el “sector privado”, un actor sin rostro que aparece cada vez que hay un recurso natural para explotar, pero que nunca da la cara.
¿Dónde están los mecanismos transparentes para acceder? ¿Quién regula los precios, los cupos, los traslados? ¿Con qué criterio se autoriza la instalación de domos turísticos en un espacio público?
Spoiler: no hay licitación, no hay debate vecinal, no hay ordenanza. Hay negocios.
Harrington: del barrio a los privilegios
El intendente que alguna vez se mostró como parte de las bases populares hoy le da la espalda a su comunidad. Las termas no se abren para los vecinos, sino para quienes puedan pagar un combo de alojamiento, traslado y “experiencia termal limitada”. Una vez más, el derecho al agua se convierte en un lujo.
Tolhuin sigue con calles intransitables y barrios que no tienen cloacas, pero el Municipio apuesta por un modelo de turismo excluyente. Uno que convierte un bien común en una atracción VIP. ¿Eso es desarrollo sustentable?
Las termas no son un producto. Son un derecho.
Las termas deben ser un espacio público, accesible, comunitario. No se puede disfrazar de “prueba piloto” un proyecto que ya nació entregado al mercado.
El pueblo de Tolhuin merece respuestas, no slogans. Merece acceso, no filtros. Merece decisiones públicas, no arreglos de pasillo.
El agua no se vende.
Las termas no se entregan.
Lo público se defiende.