Las cifras son aterradoras: en los 28 días que lleva Argentina de aislamiento social, preventivo y obligatorio por coronavirus (el decreto del Gobierno comenzó a regir desde el 20 de marzo), se registraron 13 femicidios en el país y aumentaron en un 60% los llamados de mujeres a la Línea 144 para pedir ayuda.
La cuarentena no es casualidad en el aumento de estas estadísticas: el aislamiento obligatorio, necesario para prevenir y cuidar la salud de millones de argentinos, es un riesgo para las víctimas de violencia de género. Y es que, gran parte de las mujeres que sufren violencia, la sufren de parte de sus parejas o familiares, y están en aislamiento con ellos, por lo que sus posibilidades de denunciar y estar en contacto con redes de contención que las puedan ayudar son mínimas y muy difíciles.
Tal es así que el Gobierno debió tomar medidas específicas para estar mujeres, como la creación de nuevos canales de denuncias, a través de mensajes de WhatsApp, por ejemplo (para no tener que llamar y que así su agresor las escuche) o un pedido de auxilio en farmacias con un código de «barbijo rojo», para alertar de su situación.