Leo se reencontró con sus compañeros de la Selección Argentina lejos de la tensión del Barcelona, con todas las ganas de llegar a su quinto Mundial. Conocé cómo vive este tiempo de pandemia.
Entra Leo al predio de Ezeiza y todo, de repente, se paraliza. Sigue generando ese imán único, esa sonrisa inmediata, esa felicidad de tenerlo en casa. Por eso, hay un cuadro hecho con técnica de mosaiquismo que lo espera en la puerta al llegar, casi a modo de homenaje y, por qué no, de agradecimiento por verlo una vez más con esa camiseta que tanto lo necesita. Por eso, también, en la primera práctica todos quieren hacerlo sentir bien, cómodo, acaso despejarlo de los días más difíciles de su vida culé.