Vivimos en una sociedad en la que la discriminación hacia las mujeres afecta a todos los países del mundo. Como mujeres, a veces ni siquiera somos conscientes de esta discriminación, que empieza en el propio uso del lenguaje como comentábamos el mes pasado, o como bien mostraba la campaña “Like a girl”.
¿Has pensado alguna vez qué significa “correr como una chica”, “pelear como una chica” o “lanzar la pelota como una chica”? Nacemos libres de prejuicios, pero a medida que crecemos, asimilamos de nuestra sociedad y nuestra cultura no solo los valores positivos, sino también los negativos. ¡Haz mentalmente una lista rápida y te sorprenderá descubrir cuántos te salen sin pensar demasiado!
El resultado directo es que las mujeres se ven discriminadas en casi todos los ámbitos de su vida:
- Obtienen menores salarios por trabajos en iguales condiciones que los hombres. Además, realizan la mayor parte de los trabajos no remunerados, como las tareas domésticas o el cuidado de los y las menores.
- Son las principales víctimas de la violencia doméstica, sea física o verbal, ya que la sociedad permite la proliferación de ideas, actitudes y creencias que fomentan esa violencia, que en muchos casos no es siquiera denunciada.
- La violencia doméstica incluye también violencia sexual, que se produce no solo en el seno de la familia. A lo largo de su vida, especialmente cuando se encuentra en situación de pobreza, sus oportunidades de disfrutar de los mismos derechos que los hombres son mucho menores.
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Adoptar nuestro rol como mujeres en el mundo
Para acabar con esta situación, las mujeres debemos comenzar por entender nuestro propio rol y nuestro poder como parte de la sociedad en la que vivimos. Sólo organizadas y con más capacidad para exigir el cumplimiento de nuestros derechos, construiremos sociedades más justas.
Estemos alerta en nuestro entorno, tanto laboral como personal, para que las situaciones de injusticia de género dejen de producirse tanto contra nosotras mismas como contra otras mujeres. ¡Ser conscientes es el primer paso!
Es muy difícil desarrollar un pensamiento crítico, especialmente con el fuerte impacto que ejercen los medios de comunicación, el cine y la publicidad sobre toda la sociedad desde nuestra infancia, perpetuando los modelos tradicionales donde la mujer se encuentra en situación de desventaja frente al hombre.
Si adquirimos consciencia de nuestro papel como mujeres, seremos capaces de contribuir a una sociedad más justa a través de diferentes acciones, por ejemplo:
- Colaborar en proyectos que trabajen por el empoderamiento de la mujer como Avanzadoras, participando en campañas y promoviendo las acciones dirigidas a la sensibilización de la sociedad.
- Denunciar a través del Observatorio de la Imagen de las Mujeres la publicidad que perpetúa los estereotipos de la mujer ligada a la maternidad, el hogar y la sexualidad, para acabar con la figura de la mujer como objeto sexual.
- Mostrar solidaridad con las mujeres que sufren discriminación por cuestión de género, para apoyarnos unas a otras a la hora de luchar por nuestras metas y alcanzar la igualdad de oportunidades.
- Educar a nuestros hijos e hijas en el respeto y la igualdad de género, rompiendo la cadena de una vez por todas para que las próximas generaciones de ciudadanos y ciudadanas vivan en una sociedad más igualitaria. Como punto de partida, desde Ser Padres ofrecen un decálogo de buenas prácticas. Podemos descargarnos también las guías gratuitas de Educar en Valores o Cuentos con Valores.
El cambio se inicia en nosotros y nosotras: si no lo reivindicamos empezando por nuestro entorno más cercano, ¿cómo exigirlo luego a la sociedad? No es una tarea fácil; pero hace años que está en marcha y ya no tiene freno. Cuentan nuestras acciones y nuestras actitudes, pero en la educación de los más pequeños está la clave para que, finalmente un día, esta reivindicación deje de tener sentido